Era noviembre del 2018 en el Robert F Kennedy Memorial Stadium cuando los (anteriormente) Redskins de Washington recibieron a los Texans de Houston en un partido bastante cerrado y la ofensiva dirigida por el quarterback Alex Smith buscaba darle la vuelta al marcador en la segunda mitad, pero la tragedia llegó.
Una fractura de tibia y peroné de la pierna derecha de Smith levantó oraciones en toda la NFL, pues jamás será bien recibida una lesión a cualquier jugador y lo que parecía una lesión ya antes vista en otros jugadores, comenzó a teñirse más oscura, más fría.

Smith, después de la operación, tuvo una infección que lo sometió a 17 cirugías y la idea de tener que amputar su pierna para no poner en riesgo su vida. Sin embargo, logró salir adelante, pero con un músculo totalmente gastado que se había pensado sería el fin de su carrera.
Las ganas y el deseo por volver a portar el jersey fue lo que motivó al quarterback de no perder la esperanza y hacer todo lo posible para tener lo necesario, por muy imposible que pareciera.

Prometió su regreso, el head coach Ron Rivera se mantuvo positivo, los dueños del equipo meticulosos, pero Smith trabajó aparte con especialista para lograr fortalecer y cuidar su estado físico.
A lo largo de su recuperación se vieron varios videos de sus entrenamientos previo a la pretemporada y despertó un poco de esperanza en que cumpliría su promesa.
Fue entonces que el 16 de agosto que Washington dio de alta a Smith en el roster e inclusive ahora se está contemplando como posible titular para el kickoff de la temporada 2020.

No importa si eres o no fan de Washington o si Alex Smith no es tu quarterback ideal, su historia logró llegar al corazón de todos; hasta el más escéptico está. Lo que suceda a partir del kickoff, los números, las anotaciones son lo de menos. El haber vivido todo el proceso, no haber tirado la toalla; estar de regreso demostrando que no hay límite si hay deseo, es la verdadera victoria de Alex Smith.
